La recivilización
- publicado por Javier Castillo
- Categorías Blog, Ciencia, medioambiente
- Fecha 21 de octubre de 2024
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- Etiquetas Autores recomendados, cambio climático, Crisis climática, Formación docente
La docencia del medioambiente
Llevo unos cuantos años siendo docente de ESO y Bachillerato, mi especialidad es la de Biología y Geología, aunque también le he dado a las Matemáticas, la Tecnología y la Física y Química. No sé si te ha pasado igual, pero he notado que a lo largo del tiempo las cosas han cambiado bastante. No me estoy refiriendo al constante cambio de las leyes educativas, que también, me refiero a algo que está afectando a la propia sociedad, empezando por el alumnado que tenemos en clase, y terminando por cosas más sutiles que quizá nos puedan pasar de una manera más desapercibida.
La convivencia en clase ha cambiado, los problemas son ahora otros, se nota una falta de confianza generalizada. Hace poco escribía una publicación en este mismo blog, haciendo referencia a esa desazón y como conseguí darle explicación gracias a una visión más amplia. Esa visión me la facilitó David Pastor Vico, filósofo y sobre todo, una persona sabia, que para colmo sabe comunicar como nadie, especialmente en su libro “Ética para desconfiados”. Me embarqué en esa búsqueda de conocimiento, tratando de resolver los problemas con los que me iba encontrando, a fin de mejorar mi entorno en la medida de lo posible.
Sin embargo, estaba percibiendo algo más, algo que quizá mi visión como ambientólogo me estaba permitiendo sentir. Tuve la oportunidad de impartir la ya extinta asignatura de Ciencias de la Tierra y el Medioambiente, CTMA para los amigos, a unos cuantos cursos de segundo de Bachillerato, y me percaté de algunas cosas.
Problemas identificados en clase.
Primero, el desconocimiento generalizado por parte del alumnado de muchas problemáticas ambientales que nos rodean, algo lógico y normal, dado que están en periodo de formación y nadie nace sabiéndolo todo. Tratando de darle una explicación, me percaté de que los contenidos de medioambiente se encontraban de manera muy superflua e inconexa en el currículo de la educación Secundaria. Eso me llevó a pensar en la, quizá necesidad, de la existencia de una asignatura sobre medioambiente durante la Secundaria.
Segundo, la falta de información rigurosa sobre algunos conceptos científicos relacionados con el medioambiente. Esto no me sorprendía demasiado, todos asistimos con cierto horror a la manipulación de hechos científicos durante la pandemia de Covid19. Después de ella, la ola negacionista volvía a enfocarse, por desgracia una vez más, en las temáticas que tocaban a las ciencias del clima, el medioambiente y el ecologismo. Tocaba entonces emplear parte del tiempo de las clases en desmentir falacias y bulos. Cada vez costaba más avanzar en una clase, pues la Ley de Brandolini aparecía para sustraer las energías de mí ser. Esta ley afirma que “la cantidad de energía necesaria para refutar una estupidez, falsedad o engaño es un orden de magnitud mayor que el requerido para producirla”, o en otras palabras, refutar una falsedad implica más energía de la que se ha necesitado para enunciarla, ¿te suena haber sentido esto en las mal llamadas “redes sociales”?
Tercero, estaba ocurriendo un cambio drástico. Ese cambio, que como ambientólogo lleva preocupándome desde el año 2000, era ya visible a ojos de cualquiera. Las temperaturas estaban aumentando, lo cual hacía que cada vez con más frecuencia, alumnado y profesorado, las sufriésemos en las clases. Temperaturas de más de 35 grados centígrados dentro de los edificios, y ninguna posibilidad para hacerlas descender, excepto huir del aula en cuestión a otras zonas menos infernales.
Cuarto, el aumento del individualismo y la polarización por parte de la sociedad, reflejado en nuestras alumnas y alumnos. Nada recomendable cuando hay problemas que requieren de un esfuerzo colectivo, como es afrontar una crisis climática sin precedentes en la historia de la humanidad.
Quinto, las sucesivas crisis estaban incrementando en el alumnado una sensación de impotencia. Primero fue la pandemia, con todos sus problemas derivados y que tanto nos ha afectado a todos. Después llegó la guerra de Ucrania, con los viejos tintes de siempre, una tensión entre Rusia y Occidente que está llevando a la sociedad a una espiral belicista, sentimientos negativos que también están permeando en nuestras clases. Luego tocó ver, con estupor, la invasión y genocidio en Gaza, amenazando las vidas de las buenas gentes de la zona, aumentando el odio y polarizando la sociedad. Una tras otra, las sucesivas crisis iban haciendo mella en la salud mental de nuestras alumnas y alumnos, llevándonos también a intensificar dichos problemas.
Parecía estar todo encaminándose hacia una tormenta perfecta, una tormenta cuyo estruendo parecía estar cada vez más cercano, amenazándonos a todos y a todas.
Ser consciente del problema
Cada día que pasaba en aquellas clases de CTM los estudiantes me hacían más y más preguntas. Todo lo que estaba pasando era demasiado, demasiada información catastrófica, aparentemente inconexa, pero que ligaba muy bien con el objetivo fundamental de dicha asignatura, que era precisamente enseñar al alumnado a construir conocimiento uniendo puntos. Conservo un muy buen recuerdo de todos ellos, y de cómo intentaban comprender la realidad que les rodeaba. Fue duro, porque es complicado explicar la situación del mundo (crisis económica, crisis climática, crisis de biodiversidad, crisis geopolítica, crisis de recursos naturales…) sin que ellas y ellos cayesen en la desesperación, la llamada “ecoansiedad”. Pero toda sombre tiene su luz, también podemos hablar de “ecoesperanza” como bien vienen a recordarnos nuestros amigos de “Noticias positivas”.
Necesitaba de alguien que fuera un gran comunicador, alguien cuya visión sobre el problema fuera tan clara y cristalina, que nos ayudase a comprender mejor lo que estaba pasando. Fue entonces cuando un gran científico y divulgador me vino a la mente.
La salud de la humanidad.
Allá por el año 2020, en plena pandemia, mis compañeras de departamento y yo nos estábamos esforzando duramente en explicar los entresijos del virus SarsCov2. Por aquel entonces, la distribución de bulos nos ponía en peligro a toda la comunidad educativa, no fue fácil. Ahí fue cuando descubrí a Fernando Valladares, científico del CSIC, que esperaba me sacara de tamaño apuro.
En su canal de YouTube, “La salud de la humanidad”, encontré una serie de vídeos en el que hacía una relación genial: salud y medio ambiente.
En este vídeo nos habla de salud, pandemias, zoonosis, medio ambiente, sociedad, economía, globalización y desigualdad.
Estudiar el medio ambiente y su relación con la sociedad, en poco tiempo, se estaba volviendo algo muy complejo. Por eso, dos años más tarde, tuve la oportunidad de conectar a mi clase de CTM por videoconferencia con este magnífico científico, a fin de que pudiera explicarles y darles feedback de lo que había ocurrido ese mismo año. Me estoy refiriendo a la COP27 (Conferencia de las Partes) celebrada en Egipto, en la cual se hablaría de cómo cumplir con los compromisos de la Cumbre de París, en la que los países firmantes del Acuerdo de Reducción de Emisiones de gases de efecto invernadero, se ponían el límite de no superar 1.5 grados centígrados sobre la media de temperatura global comparada con épocas preindustriales.
¿Estamos realmente preparados para abordar las crisis medioambientales en clase?
Después de aquella interesante experiencia, y ante el aumento de la complejidad del problema, a pesar de ser especialista en medio ambiente y de disponer de una acreditación de Naciones Unidades como Docente en Cambio Climático, cada vez me veía menos capaz de hacerlo bien.
Hablando de mi inseguridad con mis buenos amigos y compañeros, me di cuenta de que ellos, siendo expertos en otras disciplinas, no conocían bien el problema. Exactamente lo mismo que me ocurre a mí si se me exigiese hablar de Arte Barroco o de Composición Musical con solvencia y análisis crítico. Quizá mis queridos compañeros necesitaran algo de ayuda.
La recivilización.
Aquí de nuevo, volví a pensar en ese fantástico científico, comunicador y divulgador que es Fernando Valladares. Al inicio del curso 2023-2024 apareció una obra suya titulada “La recivilización. Desafíos, zancadillas y motivaciones para arreglar el mundo”, de editorial Destino. ¡Qué maravilla! Un libro en el que hace un análisis práctico de todo lo que había ocurrido y estaba ocurriendo.
Por supuesto, lo compré en mi amada librería “La libre de Barrio” y me dispuse a leerlo. Un poco tarde debo añadir, ya que ha ocurrido en agosto de 2024. Después de leer sus líneas, reflexionar sobre las ideas allí expuestas, descubrir muchas cosas de las que ni siquiera era consciente y viendo el cariño con el que Fernando había escrito esas páginas, llegué a la conclusión de que ese libro lo tenía recomendar a mis compis.
Un libro que te ayudará.
Si lo que quieres estar más segura o seguro sobre el tema, este libro te servirá como una poderosa guía para conseguirlo. El índice del libro es el siguiente:
- Descifrando el problema
- Las decisiones básicas
- Ocho desafíos que requieren hablar claro
- Las zancadillas que nos impiden avanzar
- ¿Qué puedo hacer yo para cambiar el mundo?
- ¿Arreglaremos el mundo por fin?
Como puedes ver, la estructura del libro te permitirá conocer mejor el problema de las crisis ambientales desde una óptica amplia. Si no dispones de demasiados conocimientos sobre la problemática, el primer apartado te ayudará, y mucho, a conocer el estado actual de las cosas sin paños calientes.
En la segunda parte del libro, Fernando te irá desglosando los obstáculos que tenemos actualmente para poder emprender las soluciones. Esta es una parte muy interesante de cara a la docencia, ya que de manera previa podrás estar preparada para las dudas de tu alumnado.
En la parte final del libro se habla de soluciones, de la manera en que podemos afrontar los desafíos ambientales, considerando todo lo expuesto anteriormente. Esta última parte supone un punto de reflexión que te ayudará a encauzar, de una manera positiva, los esfuerzos que realices con tus alumnas y alumnos en lo relativo a hacer frente al sentimiento pesimista que pueda surgir en ellos.
Tratemos de hacer un mundo mejor
A pesar de todo lo que nos venden a diario, el mundo actual no va tan bien como nos cuentan y eso lo sabe nuestro alumnado, ya sea de manera consciente o muchas veces inconsciente.
Este es un libro maravilloso que recomiendo como formación para el profesorado. Da igual si tu especialidad es de Física y Química, o de Lengua Castellana, o de Inglés o la que sea. Si no conoces bien el tema de la crisis climática, la crisis de biodiversidad, la crisis ecológica y social y otras del estilo, este libro te dará el contexto que necesitas para:
- Conocer de una manera sólida los problemas que afectan a nuestra civilización.
- Saber encontrar soluciones a la misma, siendo capaz de transmitir el ánimo necesario a tu alumnado.
No te voy a engañar, es una lectura escrita desde la razón y muchas veces desde el corazón, no debería leerse de una manera superficial y rápida. Es posible que durante la lectura te replantees hábitos y creencias que dabas por sentados. Es en parte un libro filosófico, y como todo libro del estilo supone un jarro de agua fría capaz de desestabilizar nuestros pilares más rígidos. Si durante la lectura tienes esa sensación, enhorabuena, has entendido perfectamente el alma y el objetivo principal del libro.
Fernando Valladares ha puesto una buena parte de su alma en esta obra, solo me queda agradecerle profundamente las enseñanzas recibidas y desearle una buena salud, felicidad y que siga haciendo divulgación, que a pesar de su propia inseguridad sobre su capacidad para hacerla, doy constancia de que es uno de los grandes divulgadores sobre el medio ambiente que hay en el mundo.
Larga y próspera vida Fernando.
Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato. Ambientólogo y Docente de Cambio Climático acreditado por Naciones Unidas #ClimateChangeTeacher.
Creador del proyecto Aula Pública.