“8 horas de trabajo, 8 horas de ocio y 8 horas de descanso”
- publicado por Manuel Fernández Luccioni
- Categorías Novela Gráfica
- Fecha 1 de enero de 2024
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- Etiquetas #CómicsconHistoria, Alfonso López, Geografía e Historia 4º ESO, Historia de España 2º Bachillerato, Novela gráfica, Pepe Gálvez
Edición original: Vuit hores: El Noi del Sucre i la vaga de la Candenca (Pagès, 2021) |
Edición en castellano: La oveja roja, 2022. |
Guion: Pepe Gálvez |
Dibujo: Alfonso López |
Color: Alfonso López |
Preimpresión y colaboración: Ars Satellit |
Formato: Rústica, 104 páginas. |
ISBN: 9788416227464 Precio: 16€ (Ocho horas, de Alfonso López y Pepe Gálvez (laovejaroja.es)) |
Sinopsis:
Ocho horas. El Noi del Sucre y la huelga de la Canadiense cuenta la historia de Salvador Seguí y Rubinat (Lleida, 1887-Barcelona, 1923), uno de los máximos representantes del anarcosindicalismo a principios del s.XX en Cataluña, que tuvo un peso considerable en los primeros años de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y que estuvo directamente implicado en las gestiones de la huelga de La Canadiense en 1919, decisiva para la obtención de la jornada máxima de 8 horas laborales diarias en España.
El arco temporal de la historia se centra en la actividad sindical de Seguí, especialmente en los acontecimientos que tuvieron lugar entre finales de noviembre de 1918 y principios de abril de 1919, con los primeros paros en la Central hidroeléctrica de Camarasa (Lleida) y el acuerdo de la CNT para la vuelta al trabajo como conclusión de la huelga una vez publicado el Real Decreto por el que el gobierno de Romanones haría extensible la jornada de 8 horas para toda España.
Entre sus páginas nos encontramos los grandes cambios acontecidos no solamente en la Cataluña de inicios del siglo XX, sino también en la España de aquellos años, donde proliferaron las manifestaciones a favor de la lucha obrera, pero también las presiones por parte de la patronal y de los aliados de esta, que serían el poder militar a través de la Capitanía General de Cataluña y de la figura del Gobernador Civil, como de las esferas políticas.
En la vorágine de violencia que se dio entre 1918 y 1923, llegando al golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera (Jerez de la Frontera, 1870-París, 1930), encontramos también el fenómeno del pistolerismo de los grupos de acción anarquistas, que sembraron el terror tanto en ataques hacia los líderes sindicales como hacia los pistoleros que financiaba la patronal, por no hablar de la ley de fugas que permitía a las fuerzas de seguridad del Estado abrir fuego contra quienes huían de ellos porque iban a ser detenidos.
Por lo tanto, nos encontramos ante una novela gráfica muy interesante para comprender un acontecimiento histórico que ha marcado las vidas de los trabajadores españoles: la consecución de una jornada, por entonces reducida, que ha llegado hasta nuestros días.
Contexto histórico:
Una lucha de poder a poder
La conquista de la jornada máxima de 8 horas de trabajo diarias fue una lucha que se fraguó a nivel internacional a lo largo del s.XIX y que se desencadenó en España a principios del s.XX como consecuencia del grado de explotación laboral producido entre los sectores obreros por el avance y generalización de la Revolución Industrial a mediados del s.XIX y el consiguiente detrimento de las condiciones de trabajo.
El origen de esta reivindicación parte de Robert Owen (Newtown, 1771-Newton, 1858) filántropo inglés vinculado al Socialismo utópico que propuso en 1810 que para que la calidad del trabajo de cada obrero mejorase, también tenía que hacerlo su calidad de vida teniendo en consideración aspectos como los salarios, el acceso a la vivienda, la higiene y la educación, la erradicación del trabajo infantil y la delimitación de la jornada de trabajo. De ahí surgió la fórmula 888; es decir, “ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso”.
Evidentemente, esta propuesta fue promovida primero en los países anglosajones para posteriormente llegar al resto de los países que la aplicaron. También conviene recalcar que la aparición de legislación favorable para delimitar las horas máximas de trabajo al día no implicó que su aplicación fuera directa desde el primer día, sino que pasaron años (e incluso décadas en algún caso) para que esto ocurriera fehacientemente porque siempre había resquicios legales que utilizaban los empresarios para evitar seguir la ley en su totalidad.
Así, los primeros ejemplos de su aplicación los encontramos en 1856 en Australia, primero al sector de la construcción y después en general, en los Estados Unidos a finales de 1886 después de las grandes movilizaciones de Chicago tras el fracaso de la Ley Ingersoll de 1868, en Inglaterra en 1908 aplicada a los mineros o en la Unión Soviética desde la Revolución de octubre de 1917 a nivel general.
En el caso de España, estas reivindicaciones fueron defendidas en primer lugar por la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato fundado por Pablo Iglesias Posse (Ferrol, 1850-Madrid, 1925) en 1888 y vinculado desde sus inicios al Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En general, todos los partidos obreros de finales del s.XIX, ya fueran de corte marxista como los socialistas o anarquistas puristas en Andalucía o anarcosindicalistas en Cataluña, se opondrán al sistema canovista porque limitaba el acceso al poder político al resto de los partidos.
No obstante, fue en Cataluña donde vamos a encontrar los episodios más violentos entre el movimiento obrero y un poder político que por entonces (comienzo del reinado de Alfonso XIII) estaba ampliamente militarizado.
Ello se pudo apreciar ya en 1905 cuando tras la publicación de una tira cómica en la revista satírica catalanista ¡Cu-Cut! que ironizaba sobre las derrotas del ejército español (especialmente la de la Guerra hispano-norteamericana de 1898), tanto esta como el diario La Veu de Catalunya fueron asaltados el 25 de noviembre de 1905 por fuerzas vinculadas al Ejército, causando una enorme conmoción en la opinión pública. Tras ello surgió Solidaridad Catalana, una coalición de partidos catalanistas que tuvo un gran éxito en las elecciones a Cortes de 1907, pero que desapareció tras la Semana Trágica de 1909.
Otro episodio de especial tensión vino dado tras la expansión colonial española como consecuencia de la Conferencia de Algeciras (7 abril-18 junio 1906) por la que se estableció el protectorado franco-español en Marruecos y que no fue bien aceptado por las tribus norteafricanas (calibas), que comenzaron a atacar las posiciones españolas. Frente a estos ataques el gobierno de Antonio Maura (Palma de Mallorca, 1853-Torrelodones, 1925) decidió llamar a los reservistas, que eran por lo general trabajadores muy jóvenes que se apuntaban voluntariamente en dichas listas como una manera de mejorar su posición laboral en contexto de paz, pero que no contemplaban que tuvieran que participar en un conflicto armado.
Así, el inicio de la Semana Trágica de Barcelona coincidió con el embarcamiento de los reservistas en el puerto de Barcelona el 26 de julio de 1909. Todo ello se vio agravado por el desastre del Barranco del Lobo en Melilla al día siguiente, causando 150 muertos y más de 500 heridos, lo que condicionó más el conflicto abierto en las calles de Barcelona en el que además del mobiliario urbano hubo una acentuada violencia anticlerical con la quema de varios conventos. Dicha insurrección acabó con el procesamiento y ejecución de pedagogo anarquista Francisco Ferrer y Guardia (Alella, 1859-Barcelona, 1909) acusado de ser el incitador de los hechos acontecidos en Barcelona durante la Semana Trágica.
Por otra parte, en los años previos a la I Guerra Mundial, concretamente en 1911, se fundaron tanto la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), como la Barcelona Traction Co. Ltd, el germen de La Canadiense, empresa con sede en Londres que fue abarcando todas las empresas eléctricas y de transporte a lo largo de Cataluña.
En unos años en los que el anarcosindicalismo tuvo un segundo florecimiento en Cataluña, se desarrolló la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el conflicto bélico que cambió el mundo y el rumbo del siglo XX y que afectó negativamente a España en lo económico por el incremento generalizado en los precios de las materias primas. Así, pese a que la industria española en general se vio beneficiada, la sociedad no recibió esa prosperidad, lo que quedó acentuado por la epidemia de gripe española, que fue la pandemia del s. XX (con más de 20 millones de víctimas a nivel mundial) surgida en Kansas, Estados Unidos.
Precisamente ello queda reflejado en los índices de esperanza de vida en la España de la época, que era de 42 años en 1910 y de 41 años en 1920. El analfabetismo infantil, que en 1918 llegaba al 68% entre los niños de 6-10 años también es un buen indicador de desigualdad social en la época.**
Otro factor que fue fundamental en el transcurso de la Primera Guerra Mundial fue el impacto que produjo en la población europea en general y en el ámbito obrero en particular las revoluciones rusas de 1917, que agitaron el sueño de la revolución social que buscaba la desaparición del capitalismo. En ese sentido, y aunque hubo como precedente una huelga general de 24 horas en 1916, el ejemplo más notable fue el de la huelga revolucionaria indefinida convocada por UGT y CNT en agosto de 1917 en contra de las condiciones laborales de los obreros, cuyas jornadas laborales eran muy prolongadas, los salarios eran exiguos y las condiciones de seguridad, según el ramo, eran casi inexistentes. Para ello, en el verano de 1918 se celebró en Barcelona el Congreso de Sants de la CNT, con el objetivo de unir a los trabajadores bajo un mismo sindicato y en el que Salvador Seguí ya era una figura muy destacada.
Sin embargo, el conflicto original de La Canadiense, que ha quedado para la posteridad como el origen del máximo de 8 horas laborales por jornada, lo encontramos en la Central hidroeléctrica de Camarasa, en Lleida.
Cabe recordar que en 1915 se produjo un cambio en la dirección de la Barcelona Traction Co. Ltd, pasando de manos de Frederick Stark Pearson y de Carlos Emilio Montañés a Fraser Lawton y que ello coincidió con un proceso de aglutinamiento por parte de la empresa de todas aquellas compañías que se dedicasen a la producción eléctrica y a los transportes en Cataluña, como eran Riegos y Fuerzas del Ebro, Energía Eléctrica de Cataluña, Compañía Barcelonesa de Electricidad y también Ferrocarriles de Sarrià, Ferrocarriles de Cataluña y Tranvías de Barcelona.
Entre las reivindicaciones de los huelguistas de Camarasa encontramos la reducción de la jornada frente a las 10-11 horas actuales, el aumento de sueldo de 4 pesetas diarias y unas mayores condiciones de seguridad para los trabajadores. Como la compañía no accedió a estas reivindicaciones el conflicto fue escalando a otras ramas del conglomerado empresarial entre los oficinistas del grupo. De hecho, el gran golpe se dio cuando todos los trabajadores de la central del Paralelo se sumaron a la huelga, dejando a Barcelona sin electricidad. Ello afectó a los tranvías, que no podían llegar a cocheras, al 70% de la producción industrial en Barcelona, al cierre de comercios, cines y teatros y al alumbrado público de la ciudad.
El proceso de negociación para la resolución de la huelga estuvo trufado de violencia, dado que el gobierno declaró el Estado de guerra y la suspensión de las garantías constitucionales y se produjeron detenciones masivas. Por entonces Salvador Seguí estaba detenido primero en los barcos Pelayo y Giralda en el puerto de Barcelona y posteriormente en la cárcel modelo de Barcelona. Cuando salió el 18 de marzo de 1919 parecía que podía encontrarse una solución al conflicto, pero la no liberación de los obreros con causas pendientes llevó a la convocatoria de una nueva huelga general el 21 de marzo de 1919 y el recrudecimiento de la acción de las fuerzas de seguridad.
Pocos días después se puso punto final a la huelga. No obstante, había miembros de la CNT que no estaban de acuerdo con la medida porque defendían que había que continuar con ella hasta que se provocase una revolución social que cambiase la situación de los obreros para siempre.
Con todo, y pese a que el gobierno del Conde de Romanones (Madrid 1863-Madrid, 1950) reconoció finalmente la jornada laboral de 8 horas en el Real Decreto del 3 de abril de 1919, ello no sirvió para que la violencia acabase, sino que además de la represión por parte de las fuerzas de seguridad con la puesta en marcha de la Ley de fugas en tiempos de Severiano Martínez Anido (Ferrol, 1862-Valladolid, 1938) como Gobernador Civil de Barcelona (1920-1922) esta vino incrementada por el pistolerismo y los grupos de acción durante los siguientes años, o dicho de otra manera; asesinos a sueldo de sindicalistas por parte de la Patronal y sindicalistas armados que ajusticiaban a dichos pistoleros. También se extendió la acción del somatén, que eran grupos organizados parapoliciales que atacaban a los sindicalistas en sus manifestaciones y que tuvieron un enorme desarrollo durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) y de Franco (1939-1975).
Entre las víctimas de dicha violencia encontramos a Salvador Seguí, que fue asesinado en las Ramblas de Barcelona el 10 de marzo de 1923 por pistoleros financiados por la burguesía. Los autores de su asesinato nunca fueron llevados ante la justicia.
A pesar de todo, la aplicación de las 8 horas máximas de trabajo al día no fueron realidad hasta la llegada de la IIª República (1931-1939) y más tarde con la llegada de la Constitución de 1978. Ello nos demuestra lo complicada que es la lucha por los derechos civiles y lo frágiles que estos son, porque cuesta mucho conseguirlos y muy poco volver a perderlos.
** Datos procedentes de la investigación de Pepe Gálvez para esta novela gráfica (p. 26).
Valoración final:
- Guion
El guion de Pepe Gálvez nos muestra con mucha minuciosidad un proceso tan complejo como el de la huelga de La Canadiense, con un contexto que parece un rompecabezas tanto a nivel nacional como internacional.
- Dibujo y color
Del mismo modo, el dibujo y entintado bitono de Alfonso López nos llevan a principios del siglo XX, a las calles que frecuentó Salvador Seguí y donde se fraguó la huelga de La Canadiense.
Lo mejor y Lo peor:
- La visión de un proceso histórico tan fundamental para entender nuestro presente.
- Los autores han hecho un esfuerzo para que la obra sea exhaustiva y rigurosa.
- LO PEOR
- Algunos errores tipográficos.
- Que la obra haya podido pasar muy desapercibida para el gran público.
Aplicacion en el aula
Muy recomendable para grupos de Geografía e Historia de 4º de la ESO y sobre todo de Historia de España de 2º de Bachillerato. Se puede aplicar como lectura dirigida para actividades de ampliación o para generar un debate sobre los derechos laborales y la importancia de la lucha por los derechos civiles.
Seguramente los docentes del Departamento de Filosofía también tendrían mucho que debatir en grupos de 4º de la ESO y de Bachillerato sobre la importancia de la participación social en los procesos colectivos.
Para aprender más...
Profesor de Geografía e Historia. Apasionado por la Historia del Arte y por las novelas gráficas.
El día 1 de cada mes os traeré una nueva reseña de novelas gráficas históricas en la sección #CómicsconHistoria.