Leonora Carrington: rebelde con causa
- publicado por Manuel Fernández Luccioni
- Categorías Blog, Feminismo, Novela Gráfica
- Fecha 1 de septiembre de 2024
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- Etiquetas #CómicsconHistoria, Bryan Talbot, Historia del Arte 2º Bachillerato, Leonora Carrington, Mary M. Talbot, Novela gráfica, Surrealismo
Edición original: Armed with Madness. The Surreal Leonora Carrington (SelfMadeHero, 2023) |
Edición nacional: La Cúpula , 2023. |
Guion: Mary M. Talbot |
Dibujo: Bryan Talbot |
Color: Bryan Talbot |
Traducción: Lorenzo Díaz |
Rotulación: Iris Bernárdez |
Diseño de cubierta: Andrés Salvarezza |
Formato: Rústica, 146 páginas. |
ISBN: 9788418809910 Precio: 19,90€ (Armada de locura. Leonora Carrington, la última surrealista (lacupula.com)) |
Sinopsis:
Armada de locura. Leonora Carrington, la última surrealista cuenta la vida de Leonora Carrington (Lancashire, 1917-Ciudad de México, 2011), una de las grandes pintoras surrealistas y que tuvo una vida y una producción muy prolongadas.
En este caso la obra del matrimonio Talbot se detiene mucho en sus años de juventud, que son los años que van a marcar su carácter para toda la vida. Así, descubrimos en ella a una persona muy apegada a los personajes fantásticos de los cuentos infantiles, a la rebeldía contra las normas establecidas y una pasión por el arte de tal envergadura que dará como resultado una artista de mucha personalidad. A esto hay que añadir sus contactos con el movimiento surrealista cuando ella todavía era muy joven, cuyos ideales compartirá y expandirá toda su vida.
Por otra parte, lo que sí está tratado con mucho detalle en la novela gráfica es la relación que Leonora Carrington tuvo con Max Ernst (Brühl, 1891-París, 1976), artista arquetípico del grupo surrealista y con acreditada fama de mujeriego. Con él Leonora primero se escapó a París tras estar unas semanas juntos en Cornualles además de con varios amigos de este y después se compraron una casa en la localidad de Saint-Martin-d’Ardèche que empezaron a decorar a su gusto. Allí recibirían visitas de amigos del grupo surrealista.
La convivencia en los primeros meses de relación fue muy buena salvo por las recurrentes escenas de celos y acoso protagonizadas por Max Ernst y su mujer, Marie-Berthe Aurenche (Estados Unidos, 1906-París, 1960), quien no aceptaba verse sustituida por una chica diez años más joven que ella. No obstante, Ernst tampoco se atrevía a romper del todo con su anterior relación, estando Leonora en medio de todo aquel jaleo.
A esto hay que añadir el estallido de la IIª Guerra Mundial, que tuvo como consecuencia inmediata el encarcelamiento de Max Ernst, de origen alemán, en un campo de concentración improvisado en una antigua fábrica de calzado en la localidad de Les Milles. Este fue el destino de todos los ciudadanos de origen alemán o austriaco que vivían en Francia en aquellos primeros meses de la guerra, causando en Leonora una enorme crisis mental al verse desprovista en un país extranjero de la persona con la que compartía su vida.
En vista de lo ocurrido con Max Ernst y que ella corría más peligro tras la entrada de los nazis en París en mayo de 1940, dos amigos suyos, Catherine Yarrow (Hertfordshire, 1904-, Londres, 1990) y Michel Lukacs convencieron a Leonora de emigrar a España con la idea de conseguir ayuda para liberar a Max y que después pudieran volver a reunirse.
No ocurrió nada de esto, porque Leonora entró en un proceso de confusión mental muy agudo en el que pasó de hablar con los caballos en el pirineo andorrano a llegar a Madrid para intentar salvar a España de los nazis. Además, allí fue violada en grupo por unos requetés (organización paramilitar carlista que todavía persistía durante el primer Franquismo) y después fue enviada a un sanatorio mental en Santander donde sus males se agudizaron aún más.
En el sanatorio mental regentado por el doctor Luis Morales, Leonora pasó las peores semanas de su vida, siendo amarrada a una cama, recibiendo inyecciones de cardiazol que le provocaban ataques epilépticos y anulaban completamente su voluntad. Además, estaba completamente aislada del mundo sin entender ni siquiera cómo había llegado allí ni por qué estaba recibiendo semejante castigo.
Finalmente, fue un médico llamado Guillermo Gil Turner (Bilbao, 1912-Bilbao, 1976), que era primo lejano suyo y trabajaba en Santander en aquellos momentos, quien pudo interceder por ella y lograr que saliera de allí. Eso sí, la idea de su padre era la de enviarla del sanatorio de España a otro en Sudáfrica…
Leonora acabó escapando de sus guardianes antes de que la embarcasen en Lisboa camino de Sudáfrica. Para ello convenció a un antiguo conocido del grupo surrealista francés, el escritor mexicano Renato Leduc (Ciudad de México, 1897-Ciudad de México, 1986), quien trabajaba en la embajada de México en Lisboa y que la ayudó a salir de Europa con la condición de que se casase con él para facilitar los papeles del visado. A ella no le quedó más remedio que aceptar tal y como estaban las cosas.
Con Leduc se marchó primero a Nueva York, donde se reencontró con Max Ernst, quien ahora estaba emparejado con Peggy Guggenheim (Nueva York, 1898-Padua, 1979). Aunque Leonora y Max tuvieron una relación cordial, no volvieron a hablar sobre los suplicios que ambos pasaron en aquellos meses de 1940. Ella siguió su camino con Leduc, hasta que en 1943 se mudaron a México y al poco tiempo se separaron.
Curiosamente en México es donde Leonora Carrington acabó echando sus raíces, juntándose con el grupo surrealista de allí formado por Remedios Varo (Anglés, 1908-Ciudad de México, 1963), Benjamin Péret (Rezé, 1899-París, 1959) y Frida Kahlo (Coyoacán, 1907-Coyoacán, 1954) y Diego Rivera (Guanajuato, 1886-Ciudad de México, 1957), con los que tuvo menos relación. También allí rehízo su vida con Emerico “Chiki” Weisz (Budapest, 1911-Ciudad de México, 2007), un fotógrafo de origen húngaro amigo de Robert Capa (Budapest, 1913-Thái Binh, 1954) con el que compartió el resto de su vida.
Por raro que parezca, podríamos decir que la surrealista historia de Leonora Carrington acabó bien después de muchas penalidades.
Contexto:
Ir y volver del infierno
Como hemos visto en la primera parte de la reseña, Leonora Carrington nació en un contexto más que acomodado, puesto que su padre había gestionado durante años una próspera empresa familiar del sector textil (Carrington Cottons). Tras venderla se convirtió en uno de los principales accionistas de la Imperial Chemical Industries (ICI), mejorando también la situación económica familiar. Es por ello que Leonora se crio en una enorme casa de campo en Lancashire llamada Crookhey Hall, con amplios terrenos de cultivo alrededor y con una niñera irlandesa (Mary Kavanaugh) entre las diez personas que formaban parte del servicio.
Para entender el arte de Leonora, conviene destacar en primer lugar las lecturas que realizó en su infancia y que la marcaron, porque no hay que perder de vista que Leonora Carrington también escribió cuentos y que para entenderla hay que leer también su producción literaria. De este modo, sabemos que siendo niña leyó Los viajes de Gulliver (1726), de Jonathan Swift (Dublín, 1667-Dublín, 1745), La reina de las nieves (1744), de Hans Christian Andersen (Odense, 1805-Rolighed, 1875), Alicia en el País de las Maravillas (1865), de Lewis Carroll (Daresbury, 1832-Guildford, 1898) y La olla de oro (1912), de James Stephens (Dublín, 1880-Londres, 1950). De ellas se sentirá particularmente en deuda con la obra de Carroll, de la que se pueden rastrear muchas referencias en sus obras pictóricas y literarias.
A nivel personal, Leonora fue la segunda de cuatro hijos, siendo de todos ellos la única chica y por lo tanto la única a la que su padre, el empresario Harold Wylde Carrington (1880-1950), tenía previsto emparejar en un matrimonio ventajoso para la familia. Aquí está la raíz del fuerte enfrentamiento entre el padre y la hija, puesto que ella rechazará sistemáticamente este entrenamiento para convertirse en parte de la alta sociedad londinense y se adentrará en caminos que eran más de su interés, como es el mundo del arte.
De toda la etapa de formación de Leonora previa a su entrada en la Academia Ozenfant de Londres en 1936, sus meses más felices fueron los que pasó en Florencia en la Academia de Miss Penrose en 1932, porque allí descubrió de primera mano el Trecento y el Quattrocento italianos, cuya influencia no se dejaría notar hasta mediados de la década de 1940.
También se debe destacar esta estancia en Florencia porque es el primer momento del que se conservan obras de Leonora Carrington como tal, firmadas y fechadas. Hablamos de un ciclo fantástico llamado Sisters of the Moon, en el que aborda con mucha imaginación personajes femeninos de cuentos como hadas, zíngaras, personajes orientalistas o medievales acompañados de seres fantásticos como, por ejemplo genios, dragones o gnomos, etc. Siendo un conjunto pequeño, tiene valor porque la Leonora Carrington de 15 años ya tenía un discurso estético bastante coherente.
El siguiente gran paso lo dio Leonora Carrington en la Academia Ozenfant, dirigida por Amédée Ozenfant (San Quintín, 1886-Cannes, 1966), quien en sus inicios había pasado por el Cubismo y había creado el Purismo en la década de 1920 junto con Le Corbusier (La Chaux-de-Fonds, 1887-Roquebrune-Cap-Martin, 1965) y que en la década de 1930 se estableció como docente en Londres.
Allí Leonora recibió un sólido aprendizaje artístico que ella misma puso en valor a lo largo de su vida y que le permitió estar atenta a las exposiciones que se hacían en la ciudad, como la gran International Surrealist Exhibition que fue organizada en las New Burlington Galleries por Roland Penrose (Londres, 1900-Sussex, 1984) y David Gascoyne (Harrow, 1916-Isla de Wight, 2001) en colaboración con André Breton (Tinchebray, 1896-París, 1966) y Paul Éluard (Saint-Denis, 1895-Charenton-le-Pont, 1952).
No sabemos si este fue el primer contacto de Leonora Carrington con el movimiento surrealista, ya que su madre, Marie Moorhead, le regaló en 1936 el libro de Hebert Read (Muscoates, 1893-Stonegrave, 1968) Surrealism. Lo que sí sabemos es que en la exposición surrealista la obra que más emocionó a la joven Leonora Carrington fue Dos niños amenazados por un ruiseñor (1924) de Max Ernst. Por eso, cuando Ernst volvió a Londres en 1937 a realizar una exposición individual en The Mayor Gallery, Leonora acudió a ella y le presentaron a Ernst en persona.
La relación que empezó desde entonces entre ambos fue muy turbulenta por una parte, porque a ella le implicó romper la relación con su padre, ya que se marcharía con Ernst a París y no le volvería a ver nunca. A su vez, Ernst tuvo que romper su relación con Marie-Berthe Aurenche, quien les estuvo persiguiendo durante un tiempo.
A nivel artístico, Leonora Carrington se vio integrada en el grupo surrealista y por consejo de Max Ernst empezó a explorar nuevos medios expresivos como la escritura. Comenzó con la serie de relatos La debutante y otros cuentos (1937), donde cuenta su experiencia en un baile de debutante que su padre organizó en el Hotel Ritz de Londres en 1934 para hacer su presentación oficial ante la corte de Jorge V (Londres, 1865-Norfolk, 1936). En ella narra lo absurdo que para ella era aquella fiesta impostada y en la que solamente se pretendía buscarle a Leonora un matrimonio de conveniencia.
Los vestigios más sólidos que conservamos de la relación que Leonora y Max compartieron en Saint-Martin-d’Ardèche es la fachada de una casa del siglo XVII que se compraron gracias al dinero que les mandó la madre de Leonora. En ella realizaron sendos tótems en forma de altorrelieve que les representaban: Loplop, un pájaro antropomórfico que servía de alter-ego de Max Ernst, y La desposada del viento, que representaba a Leonora Carrington.
El resto de la historia de Leonora Carrington allí fue espantosa en la medida en que la reclusión de Max Ernst en un campo de concentración en Les Milles la descolocó completamente, entrando en una crisis nerviosa que no dejó de crecer desde ese momento y que acabó con sus huesos en un sanatorio mental en Santander.
Toda esta experiencia hasta su salida del sanatorio y posterior huida a los Estados Unidos con Renato Leduc fue relatada en Memorias de Abajo en el verano de 1943 por la propia Leonora Carrington a modo de autoterapia siguiendo la sugerencia del médico y escritor francés Pierre Mabille (Reims, 1904-París, 1952). En el texto Leonora trató de plasmar las sensaciones que su alterada mente percibió desde el apresamiento de Max Ernst en el verano de 1940 hasta su salida de Lisboa con camino a Nueva York justo un año después, por lo que cualquier lector puede observar que Leonora necesitaba ayuda psicológica, pero desde luego no necesitaba un tipo de terapia en la que se le suministrase cardiazol y se la atase a una cama durante días.
Además, no hay constancia de que Leonora llegase ni a pintar ni a escribir durante todo ese tiempo, por lo que la experiencia artística como medio sanador tampoco fue utilizada en su beneficio.
Desde el punto de vista artístico, la producción de Leonora Carrington como pintora y como escritora de cuentos se desarrolló en gran medida en América. A partir de 1943 se integró en los círculos surrealistas de México y en las siguientes décadas desarrolló un lenguaje autónomo que fue enriqueciendo con varios factores que la diferencian de otros autores surrealistas. Esta desvinculación con Europa se explica por su pésima relación con su familia (solamente tendrá contacto con su madre), que Max Ernst rehízo su vida con Peggy Guggenheim, dejando atrás su relación con Leonora, y muy principalmente porque tras su divorcio de Renato Leduc, se casó y tuvo dos hijos con el fotógrafo Emérico “Chiki” Weisz, viéndose mucho más unida a México y a su cultura.
Su arte en la década de 1940 y 1950 se vio muy influenciado por las lecturas que realizó en aquellos años. Por ejemplo, La Diosa Blanca de Robert Graves (Wimbledon, 1895-Islas Baleares, 1985) le sirvió para explorar los cultos a las deidades femeninas en unos contextos culturales y unos rangos temporales amplios, volviendo del mismo modo al folclore irlandés que había asimilado en su entorno familiar durante su infancia.
También publicado en 1948, The Mirror of Magic de Kurt Seligmann (Basilea, 1900-Nueva York, 1962), fue relevante para Leonora porque la impulsó en su búsqueda hacia de lo mágico, lo esotérico y lo que estaba fuera de los márgenes de la razón. Ello la llevó a interesarse en las siguientes décadas por la cábala, el gnosticismo, los rosacruces e incluso las doctrinas del místico armenio George Gurdjieff (Gyumri, 1866-Neuilly-sur-Seine, 1949). De hecho, en la década de 1950 Leonora Carrington llegó a diseñar su propio tarot.
Del mismo modo, hay que tener en cuenta que Leonora Carrington empezó a tener más notoriedad en el mundo artístico americano desde finales de la década de 1940, celebrando en la Gallery Pierre Matisse de Nueva York su primera exposición individual en 1948. En su celebración colaboró mucho el poeta y mecenas surrealista Edward James (Chilgrove, 1907-San Remo, 1984), prestando varias de las obras que allí se pudieron ver. Desde entonces sería común que Leonora pasase temporadas entre los Estados Unidos y México.
Por otra parte, y al igual que otros surrealistas que vivían por entonces en México, Leonora se introdujo cada vez más en la etnografía y en la arqueología mexicana para conocer sus raíces, que eran completamente diferentes a lo que ella había conocido hasta entonces.
Para ello fue fundamental su entorno, porque el pintor austriaco Wolfgang Paalen (Baden, 1905-Taxco, 1959) fue coleccionista de objetos precolombinos, la pintora francesa Alice Rahon (Chenecey-Buillon, 1904-Ciudad de México, 1987) plasmó en sus poemas y en sus pinturas las tradiciones populares, el escritor francés Benjamin Péret tradujo los códices mayas del Chilám Balám y realizó una compilación de mitos americanos y con su amiga Remedios Varo exploró regiones remotas de México visitando a chamanes y a curanderos para recuperar a través de sus testimonios prácticas ancestrales que fueron sobreviviendo de generación en generación.
Así es como surgió en 1963 la propuesta de Leonora al Museo Nacional de Antropología de México de crear una pintura de grandes dimensiones que abordase los aspectos mágicos de la cultura maya.
Del mismo modo, Leonora Carrington cada vez estuvo más involucrada en las reivindicaciones sociales que se daban en México, ya que no se quedó impasible ante la masacre del Txatlelolco, que tuvo lugar en la Plaza de las Tres Culturas el 22 de octubre de 1968 y que supuso la muerte de 40 estudiantes según las fuentes oficiales de la época y diez veces más según fuentes no oficiales, considerándose hoy en día un ejemplo violencia autoritaria ejercida por el Estado.
El estallido de la violencia estuvo vinculada a las protestas protagonizadas por los estudiantes y los sectores obreros de la sociedad contra las malas condiciones de vida y la corrupción política en el contexto de la celebración de los Juegos Olímpicos de México, que se celebraron entre el 12-27 de octubre de 1968. Además, hubo una gran preocupación en la familia de Leonora porque su hijo menor, Pablo Weisz Carrington (1947- ), era uno de los estudiantes universitarios que formaba parte de las manifestaciones.
El compromiso social de Leonora Carrington también derivó hacia el ecofeminismo, un movimiento social que a principio de la década de 1970 abogaba por la conservación del planeta y de su diversidad animal y vegetal al tiempo que reclamaba un mayor espacio para la mujer en el mismo. Ello conectaba muy bien con las lecturas que había hecho de las diosas ancestrales de diversas culturas, que siempre habían estado vinculadas a la naturaleza. Es por ello que en 1972 realizó un cartel llamado Mujeres conciencia con el que participó en el Movimiento de Liberación de la Mujer de México y que ha llevado a convertirla en un referente en este ámbito.
Por último, cabe hablar de la actividad escultórica de Leonora Carrington, ya que entre 1999 y su fallecimiento en 2011 se volvió a reinventar a sí misma y empezó a realizar esculturas monumentales en bronce cuando tenía más de 80 años. En sus esculturas plasmará las figuras fantásticas que habían recorrido su obra pictórica durante toda su vida y que son fácilmente identificables.
Cabe destacar que su obra escultórica también tuvo prestigio en México, ya que su obra Cocodrilo (1999-2000) se encuentra hoy en día en el Paseo de la Reforma de Ciudad de México y que son comunes desde entonces las exposiciones de sus esculturas al aire libre, como la que realizó todavía en vida en 2008 en el Parque Juárez y la Pinacoteca Diego Rivera y en 2017, ya habiendo fallecido en otra exposición llamada Onirismo en bronce en el entorno del Museo Antropológico Nacional.
A modo de conclusión, creemos que aunque la obra de Leonora Carrington está muy poco presente en las colecciones europeas, no por ello se la debe excluir de los planes de estudio (como ocurre actualmente), siendo uno de los grandes referentes a nivel artístico, pero también del ecofeminismo y de la diversidad cultural (más allá de lo occidental) en la segunda mitad del s.XX y principios del s.XXI.
Valoración final:
- Guion
El guion de Mary M. Talbot es fascinante porque ha leído la obra narrativa de Leonora Carrington y ha entendido perfectamente su mundo interior y lo que ella quería expresar en su obra. Además, no omite del relato de su vida ningún episodio desagradable porque también nos ayudan a comprender a la artista inglesa.
- Dibujo y color
La parte gráfica, realizada por Bryan Talbot, enfatiza el guion y nos sumerge de lleno en los parámetros mentales y estéticos de Leonora Carrington, con toda la dificultad que ello tiene.
+ LO MEJOR
- Poder ver y leer las imágenes y las palabras de Leonora Carrington en un mismo formato.
- La obra ayuda a comprender el contexto de los primeros meses de la IIª Guerra Mundial en Europa y en España.
– LO PEOR
- Las notas aclaratorias pasan muy desapercibidas al final de la novela gráfica, perdiendo parte de su utilidad.
- Que en estos momentos no se estudie a Leonora Carrington en ninguna etapa educativa.
Aplicación en el aula
Muy recomendable para la asignatura de Historia del Arte de 2º de Bachillerato. Merece la pena que el alumnado conozca a Leonora Carrington a pesar de que incomprensiblemente no aparezca en el temario oficial. En otros contextos como la tutoría, también es una obra útil para tratar la importancia de la salud mental y la superación de experiencias traumáticas.
Para aprender más...
Profesor de Geografía e Historia. Apasionado por la Historia del Arte y por las novelas gráficas.
El día 1 de cada mes os traeré una nueva reseña de novelas gráficas históricas en la sección #CómicsconHistoria.